Cada año, miles de turistas llegan a nuestro país con un objetivo claro: sentarse frente a una parrilla y saborear la carne más famosa del mundo. Pero, ¿qué tiene de especial la carne que despierta semejante devoción? Spoiler: no es solo el sabor, es todo un ritual que forma parte de la cultura argentina.
La carne argentina se distingue desde el origen por su calidad natural. El ganado se cría a campo abierto, pastando libremente y sin intervención de hormonas. Esta crianza tradicional da como resultado una carne tierna, magra y de sabor intenso, auténtico y persistente en el paladar. Es la combinación perfecta entre naturaleza, tradición y pasión.
En Argentina, comer carne es mucho más que alimentarse: es un ritual social. El asado argentino es el epicentro de la reunión familiar y de amigos. Sin prisa ni apuros: solo brasas, sal gruesa y paciencia. Este método realza el sabor auténtico de cada corte y convierte cada comida en una experiencia única.
El momento de prender el fuego, la charla alrededor de la parrilla, el aroma que anticipa lo que viene… todo refleja identidad, pertenencia y hospitalidad. Cada corte que llega a la mesa lleva consigo historias, costumbres y un sabor inconfundible.
El bife de chorizo, el ojo de bife, el asado de tira o el vacío son cortes insignia que no se cocinan igual en otras partes del mundo. Cada uno tiene su identidad, su textura y su protagonismo en la parrilla argentina.
El bife de chorizo, jugoso y con una generosa capa de grasa, es uno de los preferidos por su equilibrio entre sabor y terneza. Cocinado a punto, su centro rosado y sus bordes dorados ofrecen una experiencia irresistible.
El ojo de bife, marmolado y sabroso, es un corte noble que se derrite en la boca. Perfecto para los que buscan intensidad sin perder suavidad, es uno de los favoritos en las parrillas de alta gama.
El asado de tira, con hueso, es el alma del asado tradicional. Cocido lentamente a las brasas, su sabor ahumado y su textura fibrosa lo convierten en un clásico infaltable en cualquier reunión familiar.
El vacío, con su capa exterior crocante y su interior tierno, es otro corte muy apreciado. De cocción lenta y precisa, se destaca por su sabor profundo y su versatilidad.
Estos cortes sorprenden tanto por su variedad como por la forma en que se preparan: confiando plenamente en la calidad de la materia prima y en la sabiduría del asador.
La carne argentina es exportada a los mercados más exigentes y recibe premios internacionales por su calidad superior. Sin embargo, nada iguala la experiencia de degustarla en su lugar de origen: una parrilla en Buenos Aires, acompañada de una copa de Malbec.
Y si además se suma el mejor show de tango en Buenos Aires, la vivencia se convierte en inolvidable.
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