El tango argentino no nació en los grandes teatros ni en los salones lujosos. Surgió en los conventillos y callejones de Buenos Aires y Montevideo, como fruto de una mezcla cultural que se transformó en arte. Hoy, es una de las expresiones más reconocidas de la cultura argentina y un verdadero patrimonio de la humanidad. En esta nota repasamos la historia del tango, desde sus inicios hasta su expansión global.
A fines del siglo XIX, los barrios populares porteños rebosaban vida. La llegada de inmigrantes europeos, la presencia afrodescendiente y la tradición criolla generaron un crisol de ritmos y costumbres. En los conventillos, viviendas colectivas donde convivían varias familias, se compartían penas, anhelos y, sobre todo, música.
La milonga campera, la habanera cubana y los ritmos africanos se fusionaron en los patios donde se improvisaban melodías y pasos. Así nació el tango argentino: como un susurro de la calle, acompañado por guitarra, violín y luego bandoneón.
Los primeros tangos eran instrumentales y se bailaban en patios, prostíbulos y salones populares, con movimientos desafiantes para la época. La llamada Guardia Vieja fue la base de lo que luego se consolidaría como un género musical y bailable único en el mundo.
Con la Guardia Nueva, el tango ingresó a los escenarios principales. El bandoneón y las orquestas típicas le dieron mayor complejidad y emoción.
En este período, Carlos Gardel transformó el tango instrumental en tango-canción. Con temas como Mi Buenos Aires querido o El día que me quieras, llevó la música rioplatense a la radio, al cine y al mundo. París, capital del arte, lo consagró, y con él se consolidó la universalidad del tango.
Este período marcó el auge del tango. Orquestas de cantantes argentinos y músicos legendarios como Aníbal Troilo, Juan D’Arienzo, Osvaldo Pugliese y Francisco Canaro llenaban salones, milongas y teatros. El tango estaba en la radio, en el cine y en las calles: era la banda sonora de Buenos Aires.
En los años ‘60, el auge del rock y otros géneros desplazó al tango. Sin embargo, Astor Piazzolla revolucionó el género con su Tango Nuevo, mezclando tango, jazz y música clásica. Aunque resistido en sus comienzos, hoy es considerado un innovador que abrió nuevas posibilidades al tango.
En paralelo, milongas en Buenos Aires y festivales internacionales impulsaron un resurgimiento que mantiene vivo al género hasta hoy.
En 2009, la UNESCO declaró al tango argentino como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Este reconocimiento no solo resalta su valor artístico, sino también su papel como identidad de la región rioplatense.
Actualmente, el tango se baila y se escucha en todo el mundo. Ya sea en un show de tango en Buenos Aires o en milongas de otros continentes, sigue siendo un lenguaje universal de pasión, nostalgia y belleza.
Transporte-se para a década de ouro do tango, em um show com mais de 25 artistas no palco, orquestra ao vivo, vozes incomparáveis e uma exibição cenográfica única.